Una iluminación cuidada puede hacer auténticas maravillas, creando una sensación de mayor calidez y amplitud. El aspecto más básico es aprovechar al máximo la luz natural, y mucho mejor cuando es más suave, es decir, por la mañana o al atardecer.
Tampoco hay que olvidar la iluminación artificial. Es el complemento perfecto. También ayuda a resaltar aquellos puntos a los que se quiera dar mayor relevancia.